Puede que debido al miedo al conflicto que tienes, no te habías parado a pensar que cada conflicto es, en realidad, una oportunidad de autoconocerse y de crecer. De hecho, el conflicto es una parte intrínseca de cualquier relación. Lo que es importante es que esos conflictos sean productivos y nos permitan mejorar algún aspecto de nosotros mismos.

A veces el conflicto puede provenir de alguna diferencia de opiniones o de manera de trabajar. En estos casos uno puede enriquecerse mucho con la perspectiva de los demás.

En otras ocasiones, el conflicto puede originarse por una lucha personal de llegar a cierto puesto en la organización y no jugar limpio. Ataques, mentiras, pueden ser las armas utilizadas para perseguir el objetivo.

Tanto en la vida personal como en la profesional, solemos asociar conflicto con violencia. Se presupone que si «no nos entendemos» la situación puede ponerse fea, muy fea, y llegar a subir el tono, gritar, dar golpes en la mesa o peor. De ahí el miedo al conflicto.

En concreto, en los equipos de trabajo, el conflicto suele proceder de una falta de confianza entre sus miembros. Cuando esto ocurre, las personas sienten que no pueden expresar honestamente y con asertividad lo que realmente piensan. El resultado es que se producen discusiones sin control. Se puede incluso llegar a conversaciones extraoficiales, no directamente con la persona en cuestión.

Otra cosa que puede causar conflicto por falta de confianza es que se hable con tanto cuidado para no ofender ni molestar a nadie, que se pueden llegar a omitir aspectos críticos del asunto para evitar el conflicto.

¿Cómo podemos aumentar la confianza en el equipo? Una manera es creado momentos en el equipo para compatir experiencias personales desde la vulnerabilidad. Por ejemplo, una vez a la semana, en la reunión habitual del equipo, reservar un espacio para contar alguna dificultad, personal o profesional, que cada uno esté atravesando en ese momento.

Al abrirse al resto del equipo, se genera una sinergia muy potente, se favorece la empatía y la colaboración.

La sinergia aparece cuando entre los miembros del equipo se identifican las áreas que tienen en común. Pueden ver que no están solos, que hay más personas que tienen dificultades y dada esa experiencia común pueden surgir las ganas de apoyarse mutuamente.

La empatía se practica en estos casos al permitir a los demás que escuchen tu perspectiva de tu vivencia. Les ayudas a que te entiendan mejor y una vez que te sientes comprendido, estás en mejor disposición de empatizar y comprender a los demás.

La colaboración es el resultado esperado. Si detectas una sinergia con un compañero, empatizas con él, lo siguiente será querer aportar ayuda, acompañerle de alguna manera, tenderle tu mano en lo que necesite. Y lo que das es lo que recibes, así que se trata de una situación en la que todos salen ganando.

Afrontando el conflicto se permiten discusiones sinceras que darán lugar a soluciones creativas del problema. También serán más eficientes estos equipos. Es debido a que contarán con las herramientas para reducir el tiempo y la energía que se emplea en la resolución de los conflictos.

Y si además de todo lo dicho tenemos en cuenta también que si afrontamos los conflictos, en vez de evitarlos, conseguiremos que no se repitan, tendremos una razón más de peso para no dejarlos escapar. Como ves, no hay motivos para tener miedo al conflicto 🙂

Para mejorar este aspecto de tu equipo, no dudes en contactar conmigo.